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Cuando cerrar una empresa puede ser tu mejor masterclass de emprendimiento

🚀 El lado B del emprendimiento: por qué necesitamos hablar más de los fracasos

¡Qué tal, emprendedor inquieto! Si has llegado hasta aquí, probablemente ya sabes que por cada historia de éxito tipo Idealista o Glovo hay cientos de startups que cerraron sus puertas silenciosamente. Pero, ¿cuánto sabemos realmente de esas historias? Muy poco, y ahí reside uno de los grandes problemas del ecosistema emprendedor español actual.

A ver, seamos sinceros. En un mundo donde Instagram nos bombardea con «CEOs de éxito» tomando café en sus oficinas minimalistas y LinkedIn se llena de rondas de financiación millonarias, hablar de fracaso parece casi tabú. Como si admitir que tu startup no despegó fuera una mancha en tu currículum emprendedor. ¡Menuda tontería!

⚠️ El síndrome del «todo va genial»

Cuando preguntas a cualquier fundador de startup «¿Cómo va todo?», la respuesta automática suele ser «¡Genial! Estamos creciendo, cerrando partnerships estratégicos…» aunque esa misma mañana haya descubierto que les queda caja para dos meses. Este fenómeno, que yo llamo «el síndrome del todo va genial», no solo es agotador para quien lo mantiene, sino tremendamente perjudicial para el ecosistema.

¿Por qué? Pues porque perpetúa una visión distorsionada del emprendimiento. Mientras seguimos alimentando el mito del emprendedor superhéroe que nunca tropieza, estamos impidiendo que otros aprendan de nuestros errores. Y tío/tía, los errores son oro puro en forma de aprendizaje.

🔍 ¿Por qué nos cuesta tanto hablar de nuestros fracasos?

La cultura española tiene una relación complicada con el fracaso. A diferencia del ecosistema de Silicon Valley, donde un startup fallido puede ser casi una medalla en tu pecho («¡Hey, lo intenté!»), aquí todavía arrastramos cierto estigma. Veamos los principales motivos:

  • El miedo al «te lo dije»: Ese primo que te advirtió que dejar tu trabajo estable para montar una app de paseo de perros era una locura y ahora tendrá la satisfacción de recordártelo en cada comida familiar.
  • La presión inversora: Cuando has convencido a inversores (o peor, a amigos y familia) para que pongan pasta en tu proyecto, admitir que las cosas no van bien se siente como una traición.
  • El ego herido: Seamos sinceros, a nadie le gusta fallar. Y menos después de haber presumido de tu «visión revolucionaria» en todas las redes sociales.
  • La cultura mediterránea del «guardar las apariencias»: En España tradicionalmente se valora más mantener una buena imagen que ser transparente sobre las dificultades.

💡 Cuando el fracaso se convierte en maestro

Pero aquí viene la parte interesante: los fracasos son, con diferencia, los mejores profesores que tendrás en tu vida emprendedora. Piénsalo así: ¿qué te enseña más? ¿Un éxito que llega fácilmente o un tropiezo que te obliga a cuestionarte todo tu modelo de negocio?

Como me dijo una vez un mentor: «El éxito te dice lo que funciona una vez; el fracaso te enseña lo que no funciona muchas veces». Y ojo, que eso tiene muchísimo valor.

📊 Datos que deberían hacernos reflexionar

Para que te hagas una idea de la magnitud del asunto, algunos datos del ecosistema startup:

  • Aproximadamente el 90% de las startups fracasan, según diversas estadísticas del sector.
  • De ese porcentaje, muchas cierran sin haber compartido públicamente sus aprendizajes.
  • Estudios muestran que fundadores con experiencias previas de fracaso tienen más probabilidades de éxito en sus siguientes ventures.
  • El «fracaso inteligente» (aquel del que se extraen lecciones) es considerado un activo valioso en ecosistemas maduros como el estadounidense.

¿Te das cuenta? Estamos desperdiciando un recurso educativo brutal por puro miedo o vergüenza.

🧠 Las lecciones ocultas en las historias de fracaso

Cuando una startup comparte honestamente por qué no funcionó, está ofreciendo un tesoro de conocimiento práctico. Entre las lecciones más valiosas que suelen revelar estas historias encontramos:

1. La importancia del timing

Cuántas veces hemos oído: «Llegamos demasiado pronto al mercado» o «Para cuando lanzamos, ya había tres competidores posicionados». El timing lo es todo, y aprender a identificar el momento adecuado para una idea es una habilidad que solo se adquiere viendo patrones de éxito y fracaso.

2. Las señales tempranas de alerta

Las post-mortems de startups suelen revelar que había señales de problemas mucho antes de que todo explotara. Esa métrica que nunca mejoraba, ese perfil de cliente que nunca terminaba de convertir… Conocer estas banderas rojas puede ayudarte a identificarlas en tu propio proyecto antes de que sea tarde.

3. La gestión de equipos y cofundadores

Muchas startups no fracasan por su producto, sino por conflictos internos. Las historias sobre desalineación de visiones entre cofundadores o problemas de cultura son oro puro para quienes están empezando.

4. La trampa del falso positivo

Esas reuniones donde todos te dicen que tu idea es genial, pero luego nadie paga por ella. Aprender a distinguir entre el entusiasmo educado y el interés real del mercado es fundamental, y las historias de fracaso están llenas de estos ejemplos.

🌟 Casos que inspiraron desde el fracaso

No todo es oscuridad en el mundo del fracaso startup. Algunos ejemplos han logrado transformar su cierre en valiosas lecciones para la comunidad:

  • Blipcard: Esta startup española de tarjetas regalo digitales compartió en un detallado post-mortem cómo, a pesar de tener un producto técnicamente impecable, fallaron en encontrar el product-market fit. Su análisis sincero sobre cómo ignoraron las señales del mercado se ha convertido en lectura obligada para emprendedores del sector fintech.
  • Barrabés: Aunque hoy es un caso de éxito, Carlos Barrabés ha compartido abiertamente cómo su empresa estuvo al borde del colapso durante la crisis de 2008, y cómo esa experiencia cercana al fracaso redefinió completamente su modelo de negocio.
  • Fintonic: Antes de convertirse en una de las apps financieras más utilizadas en España, pasó por varias iteraciones fallidas que sus fundadores han compartido como parte clave de su proceso de aprendizaje.

🔄 Cómo crear una cultura que aprenda del fracaso

Vale, estamos de acuerdo en que necesitamos hablar más de nuestros fracasos. Pero, ¿cómo podemos fomentar esta cultura sin que se convierta en un festival de lamentos? Aquí van algunas propuestas:

1. Normaliza el concepto de «experimento»

En lugar de «fracasos», habla de «experimentos que no dieron los resultados esperados». Este cambio de mentalidad hace que sea más fácil compartir y analizar qué salió mal sin el peso emocional negativo.

2. Crea espacios seguros para compartir

Ya sea en forma de meetups tipo «FuckUp Nights» (que ya existen en varias ciudades españolas), grupos privados de Telegram o simplemente quedadas informales, necesitamos espacios donde los emprendedores puedan bajar la guardia y ser honestos.

3. Celebra el aprendizaje, no solo el éxito

¿Y si empezamos a celebrar públicamente lo que aprendimos de nuestros fracasos? «Quemé 50K en marketing digital y descubrí que nuestro TAM era mucho menor del que pensábamos. ¡Brindemos por esa lección!»

4. Integra el análisis de fracasos en la formación emprendedora

Las escuelas de negocio y programas de aceleración deberían incluir sistemáticamente casos de fracaso en sus currículos, no solo de éxito.

🚶‍♂️ Los próximos pasos: de la teoría a la práctica

Si te has convencido de que necesitamos cambiar nuestra relación con el fracaso en el mundo startup, aquí tienes algunas acciones concretas que puedes tomar:

  • Si has tenido una startup que no funcionó, considera escribir tu propia post-mortem. No necesitas hacerla pública si no te sientes cómodo, pero el ejercicio de análisis te ayudará enormemente.
  • En tu próxima charla o networking, cuando alguien te pregunte por tu trayectoria, incluye honestamente los tropiezos y lo que aprendiste de ellos.
  • Organiza un pequeño encuentro con otros fundadores donde la premisa sea compartir «la cagada más grande que hemos cometido y lo que aprendimos».
  • Si eres mentor o inversor, pregunta a los emprendedores no solo por sus éxitos, sino por sus fracasos anteriores y qué aprendieron de ellos.

Al final, construir una startup es un viaje lleno de incertidumbre, y el verdadero fracaso no es caerse, sino no aprender de la caída. O peor aún, impedir que otros aprendan ocultando que te has caído.

¿Y tú? ¿Has tenido alguna startup que no funcionó? ¿Qué aprendiste de esa experiencia? La sección de comentarios está abierta para que compartas tu historia. Y recuerda, aquí valoramos tanto las cicatrices como las medallas. ¡Ambas cuentan tu historia como emprendedor!