Imagen: © Startups Españolas

Esta biotecnológica española ha convertido las proteínas más esquivas en su arma secreta contra el mieloma múltiple

Cuando Santiago Esteban Martín y Laura Nevola fundaron 🧬 IDP Pharma en 2015, se adentraron en uno de los territorios más inexplorados y prometedores de la biotecnología: las proteínas intrínsecamente desordenadas. Lo que me fascina de esta startup española es que han convertido lo que durante años se consideró «no druggable» en su ventaja competitiva principal.

El enemigo invisible que nadie sabía cómo atacar

La historia de IDP Pharma nace de una frustración médica real: existen proteínas como la cMyc que sabemos que son cruciales en el desarrollo de tumores, pero que la industria farmacéutica había catalogado como «imposibles de atacar». Estas proteínas intrínsecamente desordenadas no tienen una estructura fija, cambian constantemente de forma, lo que las hacía esquivas a los fármacos tradicionales.

El mieloma múltiple, uno de los cánceres hematológicos más complicados de tratar, depende precisamente de estas proteínas rebeldes. Mientras otras empresas se centraban en dianas más «cómodas», IDP Pharma decidió plantar cara directamente al problema: ¿y si en lugar de intentar bloquear estas proteínas las degradáramos completamente?

IDP Pharma: La startup española que ataca las proteínas "imposibles" del cáncer - Esta biotecnológica española ha convertido las proteínas más esquivas en su arma secreta contra el mieloma múltiple - Carousel Image
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Dos científicos con mentalidad emprendedora

Lo que me llama la atención del tándem fundador es la combinación poco habitual que representan. Santiago Esteban Martín aporta una sólida experiencia académica pero también visión de gestión empresarial, mientras que Laura Nevola completa el equipo con expertise científico avanzado. No son solo investigadores brillantes, sino emprendedores que entienden que la ciencia más innovadora necesita también una ejecución empresarial impecable.

Esta dualidad se nota en cómo han construido la empresa: mantienen el rigor científico pero con una agilidad comercial que les permite moverse rápido en un sector donde el tiempo es crítico. Su capacidad para traducir ciencia compleja en oportunidades de negocio reales les distingue de muchas otras biotechs que brillan en el laboratorio pero fracasan en la estrategia.

El arte del licenciamiento inteligente

IDP Pharma ha diseñado un modelo de negocio que me parece particularmente inteligente: se centran en lo que mejor saben hacer —descubrir y desarrollar moléculas first-in-class— y después licencian estos compuestos a grandes farmacéuticas que tienen la infraestructura para llevarlos al mercado global.

Esta estrategia B2B les permite generar ingresos recurrentes a través de acuerdos de licencia, pagos por hitos regulatorios y royalties futuros, sin necesidad de construir una costosa estructura comercial propia. Es una jugada que maximiza el retorno de su inversión en I+D mientras acelera el tiempo hasta el mercado.

Lo ingenioso es que mantienen cierto control sobre el desarrollo clínico a través de colaboraciones estrechas con hospitales españoles, lo que les da acceso a pacientes y datos clínicos valiosos sin depender completamente de sus socios licenciatarios.

Compitiendo en una liga diferente

Mientras PharmaMar se ha hecho famosa por sus terapias basadas en productos marinos y Oncology Venture apuesta por la medicina personalizada mediante análisis genómicos, IDP Pharma ha elegido un nicho científico prácticamente virgen: las proteínas desordenadas.

Su ventaja competitiva no radica solo en la exclusividad científica, sino en la velocidad. Al poder medir directamente el impacto sobre la diana terapéutica, pueden evaluar la eficacia de sus compuestos mucho más rápido que enfoques más tradicionales. Es como tener un GPS en territorio desconocido mientras tus competidores navegan a ciegas.

Además, su estrategia de colaboración con redes académicas nacionales les proporciona una fuente constante de conocimiento y talento que empresas más comerciales difícilmente pueden replicar.

El momento de la verdad

Los números hablan por sí solos: IDP Pharma ya ha administrado su fármaco IDP-121 al primer paciente en el ensayo clínico multicéntrico CASSANDRA, un hito que marca la transición desde la investigación pura hacia la validación clínica real. Pocos startups biotecnológicos españoles llegan a esta fase con la solidez científica que demuestra IDP Pharma.

La reciente ronda de financiación de dos millones de euros no es solo una inyección de capital, sino una validación externa de su aproximación científica. Estos recursos les permitirán acelerar sus ensayos clínicos y posicionarse como candidatos atractivos para alianzas con big pharma.

Lo que más me impresiona es cómo han conseguido mantener el foco en su ciencia core mientras construyen una empresa escalable. No es fácil equilibrar la excelencia científica con la disciplina comercial, pero parece que lo están consiguiendo.

El futuro se escribe en proteínas desordenadas

IDP Pharma está escribiendo un nuevo capítulo en la biotecnología española. Su enfoque en proteínas intrínsecamente desordenadas podría abrir todo un nuevo campo terapéutico, no solo para el mieloma múltiple sino para múltiples tipos de cáncer que dependen de estas diana esquivas.

Mi intuición es que estamos ante una de esas empresas que pueden cambiar paradigmas. Si logran demostrar que las proteínas «no drugables» sí se pueden atacar eficazmente, no solo habrán creado una empresa exitosa, sino que habrán desbloqueado una nueva era en la terapia oncológica. Y eso, francamente, me emociona tanto como inversor en el sector como simple observador de la innovación española.