Con algoritmos de IA y más de 80M$ de financiación, esta fintech española está convirtiendo la retórica ESG en números auditables para gigantes como BlackRock
En un mundo donde las palabras «sostenible» y «ESG» se han convertido en el mantra de todo inversor que se precie, hay una startup madrileña que está haciendo algo que me parece fascinante: convertir la retórica verde en números concretos y auditables. Clarity AI no solo promete medir el impacto sostenible de las inversiones, sino que lo hace con una precisión algorítmica que está cambiando las reglas del juego financiero.
El problema que nadie quería reconocer
Rebeca Minguela, la ingeniera de Harvard que fundó Clarity AI en 2017, identificó una contradicción molesta en el sector financiero. Por un lado, gestoras, bancos y fondos de inversión proclamaban su compromiso ESG a los cuatro vientos. Por otro, cuando llegaba el momento de demostrar el impacto real de sus carteras, se encontraban con un panorama desolador: datos fragmentados, métricas incomparables y una opacidad que hacía imposible distinguir entre el marketing verde auténtico y el simple greenwashing.
Lo que me llama la atención de su enfoque es cómo han convertido esta frustración en una ventaja competitiva. En lugar de conformarse con agregar datos existentes, Clarity AI desarrolló algoritmos de machine learning que pueden procesar fuentes tanto abiertas como propietarias, ofreciendo una granularidad que permite rastrear el impacto sostenible desde una empresa individual hasta carteras completas de cientos de miles de activos.
El cerebro detrás de la revolución
Rebeca Minguela no encaja en el estereotipo típico del fundador fintech. Su trayectoria como ingeniera formada en Harvard y su experiencia previa como cofundadora en ReferUp le dieron una perspectiva única: entender tanto la complejidad técnica de los datos como las necesidades reales de los inversores institucionales. Lo que resulta especialmente inteligente es cómo ha rodeado el proyecto de perfiles como Ángel Agudo, VP de Producto, cuya experiencia en inteligencia de datos complementa perfectamente la visión científica de Minguela.
Este enfoque multicultural y científicamente robusto ha sido clave para que Clarity AI no sea solo otra startup de datos, sino una empresa que puede competir de tú a tú con gigantes establecidos del sector ESG.
Un modelo de negocio que escala inteligentemente
El modelo SaaS B2B de Clarity AI tiene algo que encuentro particularmente ingenioso: su arquitectura modular. En lugar de ofrecer un producto monolítico que los clientes deben adaptar a sus sistemas, han creado una plataforma que se integra como piezas de lego en las infraestructuras existentes.
Las instituciones financieras pagan suscripciones y licencias por acceder a la plataforma, pero también por servicios de integración API y reporting personalizado. Lo brillante aquí es cómo han conseguido que gigantes como BlackRock (con su plataforma Aladdin), Allfunds o Clearstream integren su tecnología directamente en sus sistemas core. Esto no es solo generar ingresos recurrentes, es volverse indispensables en la infraestructura financiera global.
David contra Goliat (con algoritmos)
Clarity AI compite contra mastodontes como Sustainalytics, MSCI ESG Research y RepRisk, empresas con décadas de historia y recursos aparentemente ilimitados. Sin embargo, tienen varias ventajas que me parecen decisivas. Primero, la «explicabilidad» de sus modelos: mientras los competidores ofrecen puntuaciones ESG como cajas negras, Clarity AI permite a sus clientes entender exactamente cómo se calculan sus métricas.
Segundo, su agilidad regulatoria. Con normativas como SFDR o la taxonomía europea cambiando constantemente, la capacidad de Clarity AI para adaptar sus algoritmos rápidamente les da una ventaja competitiva clara. Y tercero, la hiperpersonalización: donde otros ofrecen informes estándar, ellos proporcionan análisis adaptados a las necesidades específicas de cada cliente y jurisdicción.
Cubren más de 450.000 fondos, 2,3 millones de empresas privadas y 98.000 emisores. Números que impresionan, pero lo que realmente me convence es la calidad granular de estos datos.
Una historia de crecimiento imparable
Los números hablan por sí solos: más de 80 millones de dólares levantados de inversores de la talla de SoftBank Vision Fund 2, BlackRock y Deutsche Börse. Pero lo que encuentro más revelador son los reconocimientos: «Plataforma de Inversión de Impacto del Año» por Environmental Finance en 2021 y «Pionero Tecnológico» por el Foro Económico Mundial.
El crecimiento del equipo también cuenta una historia interesante: de una idea en Madrid en 2017 a más de 250 empleados distribuidos en oficinas internacionales. Este scaling revela algo fundamental sobre su propuesta: no es solo tecnología local, es una solución global construida desde España.
Las integraciones con plataformas líderes como Aladdin de BlackRock o las alianzas con Qontigo y Clearstream demuestran que han conseguido algo difícil: que los gigantes del sector los vean como socios imprescindibles y no como competidores molestos.
El futuro de la transparencia financiera
Lo que me resulta más fascinante de Clarity AI es cómo están posicionándose para un futuro donde la sostenibilidad no será una opción sino una obligación regulatoria. En 2025, con normativas cada vez más estrictas y una presión social creciente sobre la transparencia ESG, empresas como esta no solo van a crecer, van a definir cómo funciona el sistema financiero.
Mi intuición es que Clarity AI está construyendo la infraestructura invisible pero esencial de las finanzas del futuro. Una infraestructura donde cada decisión de inversión viene acompañada de su huella de impacto real, medible y auditada. Y eso, en un mundo donde la sostenibilidad ya no es marketing sino supervivencia empresarial, vale mucho más que los 80 millones que han levantado hasta ahora.