Fran Villalba convierte la renuncia a monetizar datos en ventaja competitiva desde Valencia
En un mundo donde Google y Facebook conocen más de nosotros que nuestros propios diarios, Internxt emerge desde Valencia como la respuesta española a una pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿realmente necesitamos sacrificar nuestra privacidad para tener servicios digitales de calidad?
Lo que me fascina de esta startup es su timing perfecto. Mientras los gigantes tecnológicos acumulan escándalos de privacidad como coleccionistas obsesivos, Fran Villalba Segarra decidió construir exactamente lo contrario: un ecosistema digital que no sabe nada de ti, no quiere saber nada de ti, y encima funciona mejor que las alternativas tradicionales.
El Problema que Todos Tenemos (Pero Pocos Admitimos)
Internxt nace en 2020 de una experiencia brutalmente personal. Villalba había sufrido un ataque informático en una empresa anterior y se dio cuenta de algo que debería ser obvio pero que ignoramos sistemáticamente: estamos entregando nuestras vidas digitales a empresas cuyo modelo de negocio es precisamente monetizar esa información.
El enfoque de Internxt es tan radical como elegante. En lugar de competir en el juego de «recopilemos más datos para ofrecer mejores servicios», decidieron salirse completamente de esa dinámica. Su tecnología fragmenta, cifra y distribuye tus archivos usando criptografía post-cuántica con un modelo de conocimiento cero. En términos humanos: ni siquiera ellos pueden acceder a tus datos si quisieran.
Pero aquí viene lo realmente ingenioso: no se conformaron con ser «solo» seguros. Todos sus centros de datos están en Europa y funcionan exclusivamente con energía renovable. Es decir, están compitiendo con Google Drive y Dropbox no solo en seguridad, sino también en sostenibilidad.
El Emprendedor que Desafía a los Gigantes
Fran Villalba tiene 26 años y una historia que suena a guión de Silicon Valley, pero con acento valenciano. Fundó Internxt a los 20 años mientras estudiaba Administración de Negocios Internacionales en Róterdam, después de una experiencia en Hostinger y formándose como programador autodidacta.
Lo que me llama la atención de Villalba no es solo su precocidad, sino su perspectiva. Mientras sus competidores pensaban en cómo extraer más valor de los usuarios, él se preguntó cómo crear más valor para los usuarios. Esa diferencia filosófica se traduce en decisiones de producto que van contra la lógica de la industria.
Su equipo actual de unas veinte personas opera desde Valencia, en la Marina de Empresas, y han logrado algo que pocos startups consiguen: hacer que inversores como Telefónica y Angels Capital (el brazo inversor de Juan Roig) apuesten por un modelo de negocio que deliberadamente renuncia a la monetización de datos.
Un Modelo de Negocio Contradictoriamente Brillante
El modelo de Internxt es fascinante precisamente porque va contra el sentido común de la industria tech. Mientras todos monetizan datos, ellos cobran por no tenerlos. Su suite incluye Drive, Send, VPN, Antivirus, Cleaner, Mail y Meet, todos bajo el mismo paradigma: funcionalidad completa sin sacrificar privacidad.
Los números hablan por sí solos: en 2023 facturaron unos cuatro millones de euros, con una media anual de 2,5 millones. Para una empresa que tiene apenas tres años y compite contra multinacionales con presupuestos de marketing astronómicos, es genuinamente impresionante.
Su estrategia de precios es otro golpe de genialidad: compiten directamente con los precios de Google Drive y Dropbox, pero ofreciendo algo que esos gigantes no pueden ofrecer por diseño: la garantía de que tus datos son solo tuyos.
David contra Goliat (Pero con Mejor Tecnología)
Competir contra Google Drive, Dropbox y Microsoft OneDrive suena a misión suicida, pero Internxt ha encontrado las grietas en la armadura de estos gigantes. Su ventaja no está solo en la privacidad, sino en cómo la privacidad se ha convertido en una ventaja competitiva real.
Mientras los gigantes luchan contra regulaciones como el GDPR y enfrentan multas millonarias por violaciones de privacidad, Internxt tiene compliance por diseño. Su arquitectura hace técnicamente imposible que vulneren tu privacidad, incluso si quisieran.
El componente de sostenibilidad añade otra capa de diferenciación que resuena especialmente en el mercado europeo. En un continente cada vez más consciente del impacto ambiental de la tecnología, ofrecer servicios cloud neutros en carbono no es solo marketing verde, es una ventaja competitiva tangible.
El Crecimiento que Desafía las Reglas
En tres años, Internxt ha alcanzado una valoración cercana a los 40 millones de euros y cuenta con más de un millón de usuarios activos. Para ponerlo en perspectiva: están creciendo en un mercado maduro, dominado por gigantes con recursos prácticamente infinitos, y lo están haciendo rentablemente.
La pandemia aceleró su crecimiento exponencialmente, no solo por la demanda de servicios cloud, sino porque las preocupaciones sobre privacidad digital se intensificaron cuando toda nuestra vida se trasladó a las pantallas. Internxt estaba en el lugar correcto, con el producto correcto, en el momento correcto.
La financiación de Telefónica y Angels Capital no es solo validación económica, sino estratégica. Están respaldando una visión de futuro digital que pone al usuario en el centro, no como producto sino como cliente.
El Futuro de la Privacidad (Escrito desde Valencia)
Lo que más me intriga de Internxt es cómo representa un cambio generacional en la relación con la tecnología. Villalba y su equipo pertenecen a la primera generación que creció siendo nativa digital pero también siendo testigo de cómo esa digitalización se monetizó a costa de la privacidad.
Su éxito sugiere que existe un mercado real y creciente para servicios tecnológicos que no te tratan como el producto. En 2025, cuando la privacidad digital se ha convertido en un tema mainstream, Internxt no solo está bien posicionada para crecer, sino para liderar una categoría que ellos mismos están definiendo.
Desde Valencia, esta startup está escribiendo el manual de cómo competir con los gigantes tecnológicos sin convertirse en uno de ellos. Y eso, en un mundo donde la concentración de poder digital preocupa cada vez más, me parece una historia que merece seguirse muy de cerca.