Imagen: © Startups Españolas

Entre la supervivencia financiera y la presión verde: análisis del falso dilema que enfrentan los emprendedores españoles

La falsa dicotomía de la energía limpia: reflexiones desde la trinchera

Llevo semanas entrevistando a fundadores de startups españolas y, francamente, estoy cansado de la narrativa simplista que domina la conversación sobre sostenibilidad y empresa. La pregunta que me persigue no es si adoptar tecnologías limpias representa una ventaja o una carga —eso es una falsa dicotomía que solo perpetúa la parálisis—, sino cómo implementarlas sin desangrar financieramente a empresas que ya operan con márgenes estrechos.

Durante una reciente visita a un hub tecnológico en Barcelona, un fundador me confesó algo que resume perfectamente la esquizofrenia del momento: «En las reuniones con inversores hablamos de nuestra estrategia de carbono neutro para 2030, pero en las reuniones internas debatimos si podremos pagar las nóminas el próximo trimestre». Esta disonancia cognitiva está destrozando el potencial innovador de nuestro ecosistema emprendedor.

La trampa de la energía limpia: por qué las startups españolas necesitan un enfoque selectivo en 2025 - Entre la supervivencia financiera y la presión verde: análisis del falso dilema que enfrentan los emprendedores españoles - Carousel Image
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El contexto que nadie quiere admitir

Desde mi perspectiva, estamos ante un escenario donde las startups españolas enfrentan presiones contradictorias. Por un lado, los objetivos climáticos de la UE y la creciente presión del capital verde empujan hacia la adopción acelerada de tecnologías limpias. Por otro, la realidad económica de empresas en etapas tempranas hace que cada euro invertido en sostenibilidad compita directamente con euros destinados a crecimiento, talento o producto.

Los datos de la Agencia Internacional de Energía sobre el potencial mercado de 120.000 millones para tecnologías limpias en Europa para 2025 son impresionantes, sí. Pero lo que encuentro particularmente revelador es lo que este informe no menciona: cuántas startups quedarán por el camino intentando capturar ese mercado sin el músculo financiero necesario.

En 2022 visité SolarMente —el caso que todos citan como éxito— y más allá de los 5 millones en financiación que consiguieron, lo que aprendí fue que su modelo funcionó porque integraron sostenibilidad desde su ADN fundacional, no como un añadido posterior. No estamos ante un caso replicable para la mayoría.

El análisis que nadie está haciendo

Lo que me irrita de estudios como el de PwC que señala que el 62% de startups con iniciativas sostenibles no ven retorno en tres años es su interpretación. No es que la sostenibilidad sea intrínsecamente no rentable; es que la mayoría la implementa mal, sin estrategia, como respuesta a presiones externas y no como ventaja competitiva real.

He asesorado startups que invirtieron en paneles solares para sus pequeñas oficinas, mientras ignoraban el verdadero impacto ambiental en su cadena de suministro. Otros fundadores me han mostrado orgullosos certificaciones que costaron miles de euros pero que no modificaron un ápice su propuesta de valor. Esto no es sostenibilidad estratégica, es greenwashing de baja intensidad.

La cuestión no es binaria. Durante mi análisis del ecosistema en los últimos meses, identificado tres patrones claros entre las startups que realmente aprovechan la sostenibilidad como motor y no como freno:

1. Integración orgánica vs. superposición forzada

Las startups que nacen con la sostenibilidad integrada en su modelo de negocio presentan ventajas estructurales frente a aquellas que intentan «pintarse de verde» posteriormente. Mi experiencia sugiere que estas últimas suelen gastar entre un 30-40% más en su transición energética que las primeras, simplemente porque no requieren reconstruir sistemas ya establecidos.

2. Escalabilidad selectiva vs. transformación total

Las startups más inteligentes no intentan transformarlo todo de golpe. En un debate reciente con fundadores en Madrid, compartí lo que llamo «la regla del 20/80 inverso» en sostenibilidad: identifica el 20% de tus operaciones que generan el 80% de tu impacto ambiental y comienza por ahí. El resto puede esperar.

3. Narrativa integrada vs. marketing verde

Las empresas que logran convertir su compromiso con energías limpias en una narrativa coherente atraen no solo inversión «verde», sino también talento comprometido y clientes leales. He visto startups mediocres captar financiación millonaria simplemente porque supieron articular convincentemente cómo su tecnología contribuía a la descarbonización sectorial.

Los puntos de inflexión que cambiarán el juego

Mi análisis del horizonte 2025-2027 para startups españolas identifica tres puntos de inflexión que determinarán quién sobrevive en este entorno:

Primero, la plena implementación del mecanismo de ajuste de carbono en frontera de la UE transformará radicalmente las cadenas de valor, favoreciendo a empresas con procesos limpios verificables. Las startups que ignoren esto se encontrarán con barreras comerciales inesperadas.

Segundo, el coste de capital para empresas sin estrategia climática clara aumentará significativamente. Ya estoy viendo cómo algunos fondos de venture capital aplican una prima de riesgo de hasta 25 puntos básicos a startups sin plan de descarbonización.

Tercero, y quizás más importante, estamos a meses de un punto de paridad de costes donde varias tecnologías limpias serán simplemente más baratas que sus alternativas contaminantes, incluso sin subsidios. Las startups que no hayan iniciado su transición se encontrarán en desventaja competitiva pura.

Mi perspectiva final: ni ventaja ni carga, sino necesidad adaptativa

Tras meses analizando este fenómeno, mi conclusión no es reconfortante: la dicotomía entre ventaja competitiva y carga financiera es un falso debate. La adopción de energías limpias en 2025 ya no es opcional para las startups españolas que aspiren a escalar más allá de nuestras fronteras o captar inversión internacional.

Sin embargo, la implementación inteligente es lo que marcará la diferencia. Las startups que sobrevivirán serán aquellas que adopten un enfoque progresivo basado en datos, que prioricen intervenciones con alto impacto ambiental y bajo coste financiero, y que integren la sostenibilidad en su narrativa de forma coherente y verificable.

Lo que veo en el horizonte no es un camino único, sino una bifurcación: startups que transforman la presión regulatoria en diferenciación estratégica y aquellas que sucumben bajo el peso de implementaciones apresuradas y mal ejecutadas. La diferencia no estará en si adoptaron tecnologías limpias, sino en cómo lo hicieron.

Y permítanme una última reflexión personal: en un mundo donde el cambio climático intensifica sus efectos año tras año, seguir debatiendo si la sostenibilidad es «rentable» me parece cada vez más un ejercicio de autoengaño colectivo. La verdadera pregunta para los fundadores españoles no es si pueden permitirse invertir en energías limpias, sino si pueden permitirse no hacerlo. El mercado, los inversores y el planeta ya han dado su respuesta.