Imagen: © Startups Españolas

La gestión de riesgos no es burocracia innecesaria: es el seguro de vida que tu startup necesita para sobrevivir en un ecosistema implacable 🛡️

La cruda realidad: tu startup está en peligro constante

Después de años metido hasta las cejas en el ecosistema emprendedor, si hay algo que he aprendido es que las startups son máquinas de generar incertidumbre. Según mi experiencia, más del 90% de los fundadores con los que he trabajado subestiman dramáticamente los riesgos a los que se enfrentan. Y no, no estoy hablando solo del típico riesgo de quedarse sin cash (aunque ese es el más letal). Me refiero a todo ese universo de amenazas que acechan en cada esquina del camino emprendedor.

Recuerdo vívidamente cuando asesoré a una prometedora startup de healthtech. El equipo fundador estaba formado por genios técnicos, tenían una solución brillante y habían levantado una ronda semilla considerable. Parecían imparables. Sin embargo, no habían dedicado ni una hora a analizar el impacto de las regulaciones médicas en su modelo de negocio. Seis meses después, estaban atrapados en un laberinto burocrático que consumía su runway mientras la competencia les adelantaba por la derecha. Una simple sesión de identificación de riesgos regulatorios les habría ahorrado ese dolor de cabeza monumental.

El Risk Management o gestión de riesgos no es solo otro concepto empresarial de moda. Es, literalmente, tu seguro de vida empresarial. Es el proceso sistemático mediante el cual identificas, analizas y respondes a los riesgos que pueden hacer que tu startup se estrelle contra un muro antes incluso de despegar. Y créeme cuando te digo que, en el mundo de las startups, donde los recursos son tan limitados como las horas de sueño, ignorar la gestión de riesgos es jugar a la ruleta rusa con tu proyecto.

El Risk Management en startups: por qué ignorarlo es jugar a la ruleta rusa con tu proyecto – Carousel Image
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El arte de anticipar los desastres antes de que ocurran

La gestión de riesgos no consiste en evitar todos los problemas posibles (eso sería imposible), sino en estar preparado para los que inevitablemente llegarán. Desde mi perspectiva, esta es la diferencia fundamental entre los fundadores que sobreviven y los que acaban engrosando las estadísticas de fracaso.

El proceso tradicional de Risk Management consta de cuatro etapas clave:

  1. Identificación: Detectar qué puede salir mal en distintas áreas (mercado, finanzas, operaciones, tecnología, legal, equipo).
  2. Evaluación: Analizar la probabilidad e impacto potencial de cada riesgo.
  3. Priorización: Determinar qué riesgos requieren atención inmediata.
  4. Respuesta: Desarrollar estrategias para mitigar, transferir, evitar o aceptar cada riesgo.

Lo que raramente se menciona es que este no es un proceso estático, sino un ciclo continuo. En mi experiencia asesorando startups, he observado que las más resilientes son aquellas que revisan sus mapas de riesgo al menos trimestralmente. El entorno cambia a velocidad vertiginosa, y lo que ayer era un riesgo menor hoy puede ser una amenaza existencial.

Una herramienta que recomiendo constantemente es la matriz de riesgo. Es simple pero poderosa: en un eje colocas la probabilidad de que ocurra el riesgo, en el otro el impacto potencial. Los riesgos que caen en el cuadrante de alta probabilidad y alto impacto son tus prioridades absolutas. No puedes ignorarlos sin poner en peligro toda la empresa.

El caso de una fintech que ignoró los riesgos regulatorios

Hace unos años trabajé con una fintech que estaba revolucionando los pagos internacionales. Su tecnología era impecable, pero subestimaron completamente los riesgos regulatorios. Estaban tan centrados en el desarrollo del producto que ignoraron las señales de que varios países estaban preparando nueva legislación sobre transferencias de dinero. Cuando las nuevas regulaciones entraron en vigor, se vieron obligados a pausar operaciones en tres mercados clave durante casi ocho meses mientras obtenían las licencias necesarias. Ese parón les costó más de 2 millones de euros y permitió que competidores más cautelosos les arrebataran cuota de mercado.

Lo que encuentro particularmente frustrante de este caso es que una simple consulta con un abogado especializado en fintech les habría permitido anticiparse a estos cambios. El coste de esa consulta: unos 3.000 euros. El coste de ignorar el riesgo: 2 millones y una posición de mercado debilitada.

Por qué el Risk Management es especialmente crucial para las startups

Existe un mito peligroso en el ecosistema emprendedor: que la gestión de riesgos es cosa de corporaciones establecidas, no de startups ágiles e innovadoras. Nada más lejos de la realidad. De hecho, sostengo que las startups necesitan la gestión de riesgos incluso más que las grandes empresas, y por razones muy concretas:

Recursos limitados sin margen de error

Las startups operan con recursos extremadamente limitados. A diferencia de las corporaciones, no tienen el lujo de cometer errores costosos y recuperarse. Un solo tropiezo significativo puede ser terminal. He visto startups prometedoras quebrar por un único evento adverso que, de haber sido anticipado, podría haberse mitigado fácilmente.

Incertidumbre como estado natural

Por definición, las startups operan en condiciones de incertidumbre extrema. Están creando productos nuevos para mercados a veces inexistentes. En este contexto, la gestión de riesgos no es burocracia innecesaria; es una herramienta de navegación esencial.

Velocidad versus precaución

Las startups necesitan moverse rápido, pero la velocidad sin dirección es simplemente la forma más rápida de estrellarse. Mi experiencia me ha enseñado que el enfoque «move fast and break things» debe complementarse con un sólido marco de gestión de riesgos para no «break the entire company» en el proceso.

Un fundador de una startup de SaaS me dijo una vez: «No tenemos tiempo para gestionar riesgos, estamos demasiado ocupados construyendo el producto». Seis meses después, cuando un cambio en la API de un servicio del que dependían completamente paralizó su plataforma durante 72 horas, comprendió dolorosamente el coste de no hacer espacio para el Risk Management en su agenda.

Ejemplos reales: el contraste entre gestionar y obviar los riesgos

Para ilustrar la importancia crítica de la gestión de riesgos, permíteme compartir dos casos que representan extremos opuestos:

Uber: gestión de riesgos proactiva en entornos hostiles

Aunque Uber ha sido controvertido en muchos aspectos, su enfoque para gestionar riesgos regulatorios es digno de estudio. Desde el principio, Uber sabía que operaba en una zona gris legal en la mayoría de los mercados. En lugar de simplemente esperar problemas, desarrolló estrategias multifacéticas:

  • Contratación de equipos legales especializados por región
  • Desarrollo de relaciones con reguladores
  • Creación de planes de contingencia para posibles cierres temporales
  • Diversificación de servicios para reducir la dependencia de una sola línea de negocio

Esta aproximación les permitió sobrevivir y adaptarse incluso cuando fueron prohibidos temporalmente en mercados enteros. Su gestión de riesgos no evitó todos los problemas, pero les dio la flexibilidad necesaria para pivotear cuando fue necesario.

Theranos: el colapso por ignorar las señales de advertencia

En el lado opuesto tenemos a Theranos, quizás el ejemplo más dramático de lo que ocurre cuando una startup ignora completamente la gestión de riesgos. Elizabeth Holmes y su equipo no solo desestimaron los riesgos técnicos asociados con su tecnología supuestamente revolucionaria, sino que evitaron activamente cualquier escrutinio que pudiera exponerlos.

Ignoraron:

  • Riesgos técnicos (la tecnología simplemente no funcionaba como prometían)
  • Riesgos éticos (falsificación de resultados de pruebas médicas)
  • Riesgos regulatorios (operar sin las aprobaciones necesarias de la FDA)
  • Riesgos reputacionales (cultura de secretismo extremo)

El resultado: la completa implosión de una empresa valorada en $9 mil millones, condenas por fraude para sus fundadores, y un daño reputacional incalculable para todo el sector de la biotecnología.

Desde mi perspectiva, Theranos no es solo un caso de fraude; es un ejemplo paradigmático de lo que ocurre cuando una startup rechaza implementar incluso los controles de riesgo más básicos.

Implementación práctica: Risk Management sin morir en el intento

Una objeción que escucho constantemente es: «Ok, entiendo que es importante, pero ¿cómo implemento la gestión de riesgos sin ahogar mi startup en burocracia?»

Es una preocupación legítima. He visto startups que, en su intento de ser meticulosas, acaban paralizadas por procesos excesivamente complejos. La clave está en implementar un enfoque proporcional a tu etapa:

Para startups pre-seed y seed:

No necesitas un departamento de riesgos ni procesos complejos. Comienza con lo básico:

  • Sesiones trimestrales de brainstorming de riesgos con todo el equipo fundador (2-3 horas máximo)
  • Documentación simple de los 5-10 riesgos principales que podrían matar tu startup
  • Plan de acción para los 3 riesgos más críticos

Recuerdo una startup en fase seed que implementó este enfoque minimalista. Durante una de estas sesiones, identificaron un riesgo crítico: dependían excesivamente de un único canal de adquisición de clientes (Google Ads). Tres meses después, cuando Google cambió su algoritmo y sus costes de adquisición se dispararon un 300%, ya tenían preparados canales alternativos que pudieron activar rápidamente, evitando una crisis de crecimiento.

Para startups en Series A o posteriores:

A medida que creces, tu enfoque debe sofisticarse:

  • Designar un «propietario» de la gestión de riesgos (no necesariamente a tiempo completo)
  • Crear un registro de riesgos formal con seguimiento regular
  • Incorporar la gestión de riesgos en la planificación estratégica
  • Desarrollar KRIs (Key Risk Indicators) para monitorizar los riesgos principales

Una estrategia que he visto funcionar excepcionalmente bien es lo que llamo «días de crisis simulada». Cada trimestre, el equipo directivo dedica medio día a simular cómo respondería a un escenario catastrófico específico (pérdida de un cliente clave, fallo masivo de producto, filtración de datos, etc.). Este ejercicio expone debilidades en los procesos y preparación que no serían evidentes en operaciones normales.

Mi visión: el Risk Management como ventaja competitiva

Después de años observando el auge y caída de innumerables startups, he llegado a una conclusión que va contra la sabiduría convencional del ecosistema: la gestión de riesgos no es un freno a la innovación, sino un amplificador de ella.

Las startups que implementan un enfoque inteligente de gestión de riesgos no se vuelven más lentas o menos creativas. Al contrario, adquieren una libertad que sus competidores no tienen: la libertad de innovar sin temor a que un único error les destruya.

Mi predicción es que, en un entorno emprendedor cada vez más competitivo y complejo, la gestión de riesgos se convertirá en un diferenciador crítico. Los inversores ya están comenzando a valorarla como un indicador de madurez en la gestión, especialmente después de ver cómo startups aparentemente invencibles colapsaron por riesgos que podrían haberse gestionado.

Para los fundadores que están leyendo esto, mi consejo es claro: integrad la gestión de riesgos en el ADN de vuestra startup desde el día uno. No como un proceso burocrático, sino como una mentalidad. Preguntaos constantemente: ¿Qué podría salir mal? ¿Cómo nos afectaría? ¿Qué podemos hacer al respecto ahora?

Como me dijo una vez un experimentado inversor de capital riesgo: «Invierto en fundadores que tienen la valentía de imaginar el éxito y la sabiduría de anticipar el fracaso». Esa combinación—optimismo implacable complementado con una gestión de riesgos rigurosa—es lo que distingue a los emprendedores que construyen empresas duraderas de aquellos que simplemente tienen buenas ideas.

En un mundo donde el 90% de las startups fracasan, la gestión de riesgos podría ser la herramienta más infravalorada y potencialmente transformadora en el arsenal del emprendedor. No es exagerado decir que podría ser la diferencia entre ser un caso de estudio de éxito o una estadística más en la larga lista de startups que «podrían haber sido grandes».