Imagen: © Startups Españolas

El espejismo de la rentabilidad en un sector con infraestructuras millonarias, adopción lenta y un laberinto regulatorio 🚲⚡

La ilusión verde: por qué muchas startups españolas de movilidad sostenible están condenadas al fracaso

La semana pasada me encontré con un viejo colega, fundador de una startup de patinetes eléctricos compartidos, en un café de Madrid. Su rostro mostraba esa peculiar mezcla de entusiasmo y preocupación que he visto tantas veces en el ecosistema emprendedor. «Tenemos la tecnología, tenemos inversión, pero los números no terminan de cuadrar», me confesó mientras jugueteaba nerviosamente con su taza de café. Esta conversación cristalizó algo que llevo tiempo observando: el espejismo de la movilidad sostenible como el nuevo El Dorado para las startups españolas.

Desde mi perspectiva, estamos ante una paradoja fascinante. Por un lado, la movilidad sostenible representa uno de los vectores de crecimiento más prometedores en el panorama tecnológico español. Por otro, podría convertirse en la tumba financiera de decenas de startups que se lanzan al ruedo sin entender realmente las complejidades del sector. Y lo que me resulta más intrigante es cómo el entusiasmo colectivo por «lo verde» está nublando nuestro juicio analítico.

La ilusión verde: por qué el 80% de las startups españolas de movilidad sostenible no sobrevivirá hasta 2026 – Carousel Image
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El canto de sirena de los millones verdes

Los números, a primera vista, son seductores. La Agencia Internacional de Energía proyecta un mercado europeo de movilidad eléctrica valorado en 250.000 millones de euros para 2030. En España, compañías como Voi Technology han captado más de 300 millones en financiación global, expandiendo sus operaciones en Madrid y Sevilla. Estas cifras actúan como un poderoso imán para emprendedores e inversores, creando una narrativa de oportunidad irresistible.

Lo que encuentro particularmente relevante es cómo esta narrativa se ha convertido en un automatismo: sostenibilidad = financiación. He sido testigo de rondas de inversión donde el factor determinante no fue un modelo de negocio sólido, sino la capacidad del emprendedor para teñir de verde su presentación. Esta dinámica me recuerda peligrosamente a la burbuja de las punto com, donde la simple mención de «internet» multiplicaba valoraciones sin fundamento.

El oscuro secreto de la movilidad sostenible

El estudio de Deloitte que revela que el 60% de las startups de movilidad sostenible no alcanzan la rentabilidad en sus primeros tres años no es solo un dato frío; es la manifestación de un problema estructural que pocos quieren abordar abiertamente. Mi análisis sugiere que este fracaso no es accidental sino sistémico, derivado de tres factores que raramente veo discutidos en los entusiastas eventos del sector:

Primero, la infraestructura necesaria para la movilidad sostenible requiere inversiones masivas con retornos a largo plazo, algo incompatible con los ciclos de financiación típicos de las startups. Segundo, la adopción de nuevos hábitos de movilidad avanza mucho más lentamente de lo que sugieren las proyecciones optimistas. Y tercero, el entramado regulatorio fragmentado entre comunidades autónomas y ayuntamientos crea un campo minado operativo que muchos fundadores subestiman.

El laberinto regulatorio español: la trampa invisible

En mi experiencia analizando el ecosistema tecnológico europeo, España presenta una particularidad que amplifica el riesgo para las startups de movilidad: su compleja estructura administrativa. Las competencias fragmentadas entre gobierno central, comunidades autónomas y ayuntamientos crean un escenario donde una startup puede ser viable en Valencia pero inviable en Barcelona, a pesar de tener exactamente el mismo modelo de negocio.

Recuerdo vívidamente cuando hace dos años, durante una cena con varios fundadores de startups de micromovilidad, todos brindaban por su expansión nacional mientras yo planteaba mis dudas sobre la viabilidad de una estrategia homogénea. Hoy, esas mismas startups operan en un puñado de ciudades, habiendo abandonado planes de expansión por incompatibilidades regulatorias. La reciente restricción al uso de patinetes en zonas céntricas de Barcelona no es una anomalía, sino un indicador de lo que está por venir.

La ecuación imposible: altos costes, adopción lenta y presión por resultados

El problema fundamental que veo en la mayoría de startups españolas que abrazan la movilidad sostenible es una desconexión entre sus planes financieros y la realidad del mercado. Los costes de infraestructura son astronómicos: una red de estaciones de carga puede costar millones, el mantenimiento de flotas eléctricas supera con creces el de vehículos tradicionales, y el desarrollo tecnológico necesario para gestionar estos sistemas de forma eficiente requiere equipos costosos.

Mientras tanto, la adopción por parte de los usuarios avanza a paso de tortuga. La realidad que he observado contradice frontalmente las proyecciones de crecimiento que veo en los pitch decks. El usuario español medio aún considera estas soluciones como complementarias, no como sustitutivas del transporte tradicional. Esta brecha entre expectativa y realidad crea una presión financiera que pocas startups logran sostener más allá de su segunda ronda de financiación.

El espejismo de la diferenciación tecnológica

Otro factor que complica el panorama es la facilidad con que estas tecnologías se pueden replicar. En mi análisis de las principales startups españolas de movilidad sostenible, he identificado muy pocas con ventajas competitivas realmente defensibles. La mayoría compite con propuestas prácticamente idénticas, diferenciadas únicamente por detalles superficiales o estrategias de marketing.

Esta homogeneidad conduce inevitablemente a guerras de precios que erosionan márgenes ya de por sí estrechos. He visto startups reducir sus tarifas hasta niveles económicamente insostenibles, simplemente para mantener cuota de mercado. Esta dinámica autodestructiva refleja una realidad incómoda: en muchos casos, no hay espacio para múltiples jugadores en el mismo segmento geográfico.

Mi perspectiva: oportunidades reales en un mar de riesgos

A pesar de mi tono crítico, sería injusto no reconocer que existen oportunidades genuinas en este sector. Mi análisis sugiere que las startups con mayores probabilidades de éxito serán aquellas que adopten tres principios que rara vez veo implementados:

Primero, la colaboración público-privada como estrategia nuclear, no como añadido. Las startups que están integrando a ayuntamientos y administraciones como socios estratégicos desde su concepción, no como meros reguladores a los que convencer posteriormente, están construyendo cimientos más sólidos.

Segundo, la focalización geográfica. Las pocas startups que están renunciando explícitamente a la expansión acelerada para consolidar operaciones rentables en mercados específicos muestran métricas financieras significativamente mejores a medio plazo.

Tercero, la diversificación de ingresos más allá del usuario final. Aquellas startups que han desarrollado modelos híbridos, incorporando por ejemplo servicios B2B o monetizando datos de movilidad, están construyendo negocios más resilientes frente a las fluctuaciones de adopción.

2025: el año de la verdad para la movilidad sostenible española

Mi predicción para 2025 es clara y posiblemente controvertida: asistiremos a una consolidación brutal del sector. De las decenas de startups españolas que hoy operan en movilidad sostenible, menos del 20% seguirán siendo independientes dentro de dos años. El resto habrán sido adquiridas, se habrán fusionado o, en el peor de los casos, habrán cerrado operaciones.

Este proceso de selección natural no será necesariamente negativo para el ecosistema. De hecho, permitirá la emergencia de modelos de negocio verdaderamente sostenibles, no solo en lo medioambiental sino también en lo económico. Como analista que ha visto múltiples ciclos de innovación, sé que estos momentos de reajuste son dolorosos pero necesarios.

Para los emprendedores que me leen, mi consejo es directo: si vas a entrar en movilidad sostenible, hazlo con los ojos bien abiertos. No te dejes seducir por la narrativa de crecimiento exponencial ni por la relativa facilidad para levantar capital inicial. El verdadero desafío no está en lanzar tu solución, sino en construir un negocio que pueda sobrevivir cuando la marea de entusiasmo verde baje y queden expuestas las realidades económicas fundamentales.

La movilidad sostenible es, sin duda, parte del futuro de nuestras ciudades. Pero no todas las startups que hoy compiten por ese futuro estarán ahí para verlo. La ventaja competitiva real no estará en la tecnología ni en la narrativa verde, sino en la capacidad de construir modelos económicamente viables en un entorno complejo, regulado y altamente competitivo. Esa es la verdad incómoda que pocos quieren escuchar, pero que podría marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en los próximos años.