La falsa economía de escatimar en protección digital está condenando a muchas startups prometedoras
La ruleta rusa digital: por qué la ciberseguridad ya no es opcional para las startups españolas
Cada vez que leo sobre un ciberataque que deja a una startup en la ruina, no puedo evitar pensar que muchas de estas empresas están jugando a la ruleta rusa con sus datos. El último informe de INCIBE muestra un incremento del 35% en incidentes contra pequeñas y medianas empresas españolas. ¿Y aun así hay emprendedores que siguen considerando la ciberseguridad un «extra» prescindible? Permítanme ser franco: esta mentalidad es un suicidio empresarial en 2025.
Lo que encuentro particularmente fascinante es la disonancia cognitiva que existe en el ecosistema startup español. Por un lado, los fundadores presumen de disrupción e innovación; por otro, muchos siguen anclados en paradigmas de seguridad digital propios de 2010. Como si los ciberdelincuentes estuvieran esperando a que crezcan para atacarles. Spoiler: no lo están haciendo.
El falso dilema: crecimiento versus protección
Las startups, con sus recursos limitados y su obsesión por el crecimiento acelerado, son blancos perfectos para los ciberdelincuentes. No lo digo yo, lo dicen los números: según un informe de Deloitte de 2024, solo el 22% de las startups europeas invierten en ciberseguridad robusta antes de su primera ronda de financiación significativa. El argumento habitual es que un firewall de última generación o un sistema de monitoreo en tiempo real desvía dinero de áreas «más importantes» como marketing o desarrollo de producto.
Desde mi perspectiva, esto es un falso dilema que revela una comprensión limitada del valor del negocio. ¿De qué sirve captar 10.000 nuevos usuarios si un ransomware expone sus datos personales tres meses después? El GDPR no distingue entre startups bien intencionadas y corporaciones negligentes; las multas pueden alcanzar el 4% de la facturación anual. Para una startup en fase temprana, esto no es solo un problema financiero, es existencial.
El verdadero coste de la desprotección
He visto startups perder en un solo día lo que construyeron en años. No solo hablo de dinero, sino de algo mucho más valioso: la confianza. En mi experiencia analizando el sector, las métricas de recuperación tras una brecha de seguridad son devastadoras. Un 60% de las pymes españolas que sufren un ataque significativo cierran en los siguientes seis meses. No por los costes directos del ataque, sino por la erosión de la confianza de clientes e inversores.
Un fundador de una prometedora fintech de Barcelona me confesó recientemente: «Pensábamos que éramos demasiado pequeños para ser objetivo de ataques sofisticados. Nos equivocamos. Perdimos tres años de trabajo en una noche». Esta startup había priorizado la expansión internacional sobre la seguridad básica. Resultado: un ataque de phishing dirigido que comprometió su base de datos completa.
La democratización de la ciberseguridad: no todo es prohibitivo
Lo que muchos emprendedores no comprenden es que la ciberseguridad no es necesariamente un lujo inalcanzable. Empresas como Prosegur Tech han desarrollado soluciones escalables que permiten a startups proteger sus activos digitales sin hipotecar su futuro. He analizado personalmente varias de estas implementaciones, y aunque no son perfectas, ofrecen un nivel de protección significativamente superior al «ya veremos qué pasa».
La realidad es que el 80% de los ataques exitosos podrían haberse evitado con medidas básicas: autenticación de dos factores, cifrado de datos sensibles, copias de seguridad regulares y formación básica del equipo. Estas medidas representan menos del 5% del presupuesto operativo de una startup típica, pero pueden marcar la diferencia entre supervivencia y extinción.
El enfoque pragmático: seguridad por capas
Mi recomendación a las startups que asesoro siempre ha sido clara: adopten un enfoque progresivo. No necesitas el sistema antihacking más avanzado del mercado desde el día uno, pero tampoco puedes permitirte operar sin protección básica. La seguridad por capas permite una implementación escalable:
Capa 1 (desde el día uno): Contraseñas robustas, autenticación multifactor, backups encriptados, políticas básicas de acceso.
Capa 2 (fase semilla): Auditorías periódicas, protección endpoint, formación del equipo, plan de respuesta a incidentes.
Capa 3 (post-Serie A): Monitorización en tiempo real, test de penetración regulares, implementación completa de DevSecOps.
El factor humano: el eslabón más débil
Un aspecto que constantemente veo infravalorado es el factor humano. En mi análisis de incidentes de seguridad en startups españolas durante 2023-2024, más del 65% de las brechas de seguridad tuvieron su origen en errores humanos: contraseñas débiles, respuestas a phishing, configuraciones incorrectas de servicios cloud.
La inversión en herramientas avanzadas resulta fútil si no se acompaña de una cultura de seguridad. He visto startups gastar decenas de miles de euros en soluciones sofisticadas mientras sus empleados compartían credenciales por WhatsApp. La ironía es dolorosa.
Lo que resulta particularmente preocupante es que muchos fundadores siguen percibiendo la formación en ciberseguridad como un coste, no como una inversión. Sin embargo, un programa básico de concienciación puede reducir los incidentes relacionados con errores humanos en más de un 70%, según mi experiencia con startups del ecosistema madrileño.
Mi perspectiva: la ciberseguridad como ventaja competitiva
A estas alturas, mi posición debería ser clara: la ciberseguridad no es un lujo para las startups españolas en 2025, es una necesidad existencial. Pero quiero ir más allá y proponer algo que muchos no están viendo: la seguridad digital robusta es una ventaja competitiva tangible.
En un mercado cada vez más saturado, donde la diferenciación de producto se vuelve progresivamente más difícil, la confianza se convierte en una propuesta de valor única. Las startups que pueden demostrar sólidas prácticas de seguridad están ganando contratos frente a competidores con mejores características pero dudosas garantías de protección de datos.
Mi predicción para los próximos 18 meses es que veremos una bifurcación clara en el ecosistema: por un lado, startups que integran la seguridad en su ADN desde las fases tempranas; por otro, aquellas que la tratan como una obligación regulatoria a regañadientes. Las primeras sobrevivirán y prosperarán; las segundas se enfrentarán a una creciente presión de inversores, clientes y reguladores.
Para concluir, citaré a un fundador de una exitosa healthtech española que recientemente cerró una ronda de 8 millones: «Nuestra inversión temprana en ciberseguridad fue decisiva en las negociaciones con VC. Lo que comenzó como un coste terminó siendo nuestro argumento de venta más convincente». Esta es la nueva realidad: en un mundo digital, la seguridad no es un departamento o una línea presupuestaria; es la infraestructura fundamental sobre la que construyes tu casa. Y nadie con dos dedos de frente construye sobre arena movediza.