Imagen: © Startups Españolas

Esta biotecnológica barcelonesa ha conseguido lo impensable: crear fármacos contra las proteínas más escurridizas del cáncer

Imagina que durante décadas la comunidad científica ha considerado ciertas proteínas como «imposibles» de atacar farmacológicamente. Proteínas que, por su naturaleza caótica y desordenada, se escabullen de cualquier intento terapéutico como fantasmas moleculares. Pues bien, 🧬 IDP Pharma ha decidido cazar precisamente a esos fantasmas.

Esta startup barcelonesa, fundada en 2015 y ubicada en el Parque Científico de Barcelona, se ha propuesto algo que suena a ciencia ficción: desarrollar fármacos contra las proteínas intrínsecamente desordenadas (IDPs), esas moléculas rebeldes que no tienen una estructura fija y que, por tanto, han sido el dolor de cabeza de la industria farmacéutica durante años.

El enemigo invisible que nadie sabía cómo combatir

Lo que me fascina de IDP Pharma es que han decidido atacar el problema desde una perspectiva completamente disruptiva. Mientras la mayoría de farmacéuticas se centran en bloquear rutas tumorales convencionales, ellos van directo al corazón del asunto: degradar las proteínas que realmente están orquestando el caos canceroso.

El mieloma múltiple y ciertas leucemias tienen algo en común: dependen de proteínas como la cMyc, una molécula tan escurridiza que durante años ha sido considerada «no drugable» – es decir, imposible de atacar con medicamentos. Estas proteínas carecen de una estructura estable, lo que las convierte en objetivos prácticamente invisibles para los fármacos tradicionales.

Su candidato estrella, el IDP-121, ya está en ensayos clínicos Fase 1/2 en varios hospitales españoles después de recibir la autorización de la AEMPS en 2024. No es solo otro fármaco más: representa la posibilidad de ofrecer esperanza a pacientes que, literalmente, no tienen alternativas terapéuticas eficaces.

IDP Pharma: La startup que caza proteínas "imposibles" para revolucionar el tratamiento del cáncer - Esta biotecnológica barcelonesa ha conseguido lo impensable: crear fármacos contra las proteínas más escurridizas del cáncer - Carousel Image
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Los arquitectos de lo imposible

Detrás de esta aventura científica están Santiago Esteban Martín como CEO y Laura Nevola como Directora Científica, una dupla que combina expertise en investigación biomédica con visión empresarial. Lo que realmente me llama la atención es que han sabido rodearse de asesoramiento de primer nivel, como Evarist Feliu, una eminencia europea en leucemias y director científico del Instituto Josep Carreras.

Esta combinación de talento en biología molecular, química y hematología oncológica les da una ventaja competitiva que va más allá de tener una buena idea: tienen la capacidad real de ejecutarla y transferir la tecnología al mercado.

Un modelo de negocio con múltiples frentes

IDP Pharma ha construido una estrategia de monetización inteligente que no depende de una sola fuente de ingresos. Por un lado, desarrollan sus propios fármacos – el IDP-121 es la punta de lanza de su pipeline. Por otro, han creado una tecnología específica para el diseño racional de medicamentos contra estas dianas esquivas, lo que les abre la puerta a acuerdos de licencia con grandes farmacéuticas.

Lo que encuentro particularmente ingenioso es su flexibilidad estratégica. No se han encerrado en el modelo tradicional de «desarrollamos hasta el final y luego vendemos», sino que están abiertos a colaboraciones y partnerships que les permitan escalar más rápidamente. En un sector donde el desarrollo de un fármaco puede costar cientos de millones y tardar más de una década, esta agilidad es oro puro.

Navegando en aguas españolas, pero con vista al océano global

En el panorama biotecnológico español, IDP Pharma compite con jugadores como 🧬 Oryzon Genomics, especializada en epigenética contra el cáncer, y 🧬 PharmaMar, centrada en compuestos marinos oncológicos. Pero aquí es donde su diferenciación se vuelve cristalina.

Mientras sus competidores trabajan en áreas ya consolidadas, IDP Pharma está literalmente creando una nueva categoría terapéutica. Están atacando dianas que nadie antes había logrado tocar, con una agilidad de desarrollo que les permite moverse mucho más rápido que los gigantes farmacéuticos tradicionales.

Su propuesta de valor no es solo «tenemos un fármaco mejor», sino «tenemos un fármaco para algo que antes era imposible». Esa es una diferencia abismal en términos de posicionamiento competitivo.

El momentum que confirma la validez del concepto

Los números hablan por sí solos. Han cerrado diversas rondas de financiación que suman cerca de 2 millones de euros, captando inversión tanto de business angels científicos como de fondos públicos competitivos (ACCIÓ, ENISA, CDTI). Pero lo más impresionante no es la cantidad, sino el timing: han logrado llevar su candidato principal hasta ensayos clínicos, una barrera que muchas biotechs no consiguen superar nunca.

En 2024, ver a IDP-121 administrándose al primer paciente en un ensayo clínico autorizado por la agencia regulatoria española es la validación definitiva de que su tecnología no es solo promesa, sino realidad tangible. Actualmente están en proceso de captar 1 millón adicional para financiar la primera fase del estudio, lo que demuestra tanto la confianza de los inversores como su capacidad de ejecución.

El futuro se escribe en proteínas desordenadas

Lo que más me intriga de IDP Pharma es que están sentando las bases de lo que podría convertirse en una revolución terapéutica. Si logran demostrar eficacia clínica con el IDP-121, no solo habrán creado un fármaco exitoso: habrán validado toda una nueva aproximación farmacológica.

Mi intuición es que estamos ante una de esas startups que, independientemente de su éxito comercial inmediato, van a cambiar la forma en que pensamos sobre el desarrollo de medicamentos. En un mundo donde las dianas farmacológicas «fáciles» ya están ocupadas, ser pioneros en lo «imposible» puede ser la diferencia entre ser adquiridos por una gran farmacéutica o convertirse en una de ellas.

La pregunta ya no es si las proteínas desordenadas pueden ser atacadas farmacológicamente. IDP Pharma ya está demostrando que sí. La pregunta es cuánto va a cambiar esto el paisaje oncológico en los próximos años.