Entre oportunidad verde y lastre financiero: la cara oculta de la economía circular para el emprendimiento español en 2025 🔄💶
La trampa circular: lo que nadie te cuenta sobre la sostenibilidad en startups
Llevo semanas observando cómo las palabras «economía circular» y «sostenibilidad» inundan cada presentación de startup que cruza mi bandeja de entrada. Me recuerda a la burbuja blockchain de 2017, cuando bastaba añadir «con tecnología blockchain» a cualquier pitch para multiplicar su valoración. Hoy, el santo grial parece ser la economía circular. Pero mientras la Unión Europea presiona con regulaciones verdes y los inversores aplauden iniciativas sostenibles, me pregunto: ¿estamos realmente ante una ventaja competitiva o simplemente cargando a nuestras startups españolas con un peso que muchas no pueden soportar?
El espejismo de los números verdes
Los datos, a primera vista, resultan seductores. Según la Comisión Europea, las empresas que implementan prácticas circulares pueden recortar hasta un 20% de sus costes de producción. Impresionante, ¿verdad? Too Good To Go, la startup que combate el desperdicio alimentario, ha conseguido más de 30 millones en financiación y opera ya en 17 países. Es el ejemplo que todos los fundadores quieren replicar en sus pitch decks.
Desde mi perspectiva, estos casos de éxito no son la regla, sino la excepción. Por cada Too Good To Go, existen decenas de startups que han intentado subirse al carro de la sostenibilidad y han fracasado silenciosamente. La semana pasada, durante una cena con inversores en Madrid, uno de ellos me confesó: «Valoramos positivamente los modelos circulares, pero no estamos dispuestos a sacrificar rendimiento financiero a corto plazo». Esta es la realidad que rara vez aparece en los titulares optimistas sobre inversión sostenible.
El coste oculto de ser verde
Lo que encuentro particularmente relevante, y que pocos analizan con honestidad, es el verdadero coste de la transición circular. Un estudio de PwC de 2024 revela que el 58% de las pequeñas empresas que intentan esta transición no ven retorno de inversión en los primeros tres años. ¿La razón principal? Falta de infraestructura y apoyo adecuado.
En mi experiencia analizando startups tecnológicas, he observado que la presión por cumplir con regulaciones europeas a menudo desvía recursos críticos de áreas como desarrollo de producto o captación de talento. Hace dos meses visité una prometedora startup de biotecnología en Valencia que había paralizado su investigación principal para rediseñar sus procesos hacia un modelo más circular. «Necesitamos hacerlo para acceder a la próxima ronda de financiación», me explicó su CEO con resignación.
Este es el dilema perverso: las startups necesitan capital para crecer, los inversores exigen credenciales verdes, pero implementar esas credenciales requiere capital que muchas no tienen. Es como pedir a alguien que aprenda a nadar lanzándolo directamente al océano.
La dicotomía del inversor
El panorama inversor muestra una contradicción fascinante. Por un lado, fondos como Breakthrough Energy Ventures o Creandum destacan la economía circular como criterio prioritario de inversión. Por otro, cuando se analizan las cifras reales, solo el 4% del capital riesgo europeo se destina específicamente a startups de economía circular, según datos de Dealroom para 2023.
Mi análisis sugiere que existe una brecha significativa entre lo que los inversores dicen valorar y donde realmente ponen su dinero. Esta hipocresía del ecosistema crea señales confusas para los emprendedores, que acaban añadiendo una capa superficial de sostenibilidad a sus modelos solo para atraer atención, sin integrarla realmente en su ADN.
La estrategia inteligente: sostenibilidad pragmática
A pesar de mis críticas, sería miope no reconocer que algunas startups españolas están navegando estas aguas con astucia. Aquellas que logran equilibrar sostenibilidad y viabilidad económica comparten ciertos patrones que he identificado:
Primero, adoptan un enfoque gradual. En lugar de reinventar completamente sus modelos de negocio, implementan cambios incrementales que pueden medir y justificar económicamente. Recitree, una startup de Madrid dedicada a la logística inversa, comenzó aplicando principios circulares solo en una línea de negocio, probando su viabilidad antes de expandirla.
Segundo, buscan alianzas estratégicas con empresas consolidadas. Este enfoque permite a las startups acceder a infraestructura, conocimiento y canales de distribución sin asumir todos los costes iniciales. La colaboración entre grandes corporaciones que necesitan innovación verde y startups ágiles con soluciones disruptivas crea un ecosistema donde ambas partes ganan.
Tercero, aprovechan inteligentemente las subvenciones y programas de financiación europea, que en 2024-2025 destinarán más de 1.000 millones de euros a iniciativas de economía circular. Sin embargo, como me comentaba recientemente el fundador de una cleantech catalana: «Las ayudas son fundamentales, pero navegarlas requiere casi un departamento entero dedicado a burocracia».
Mi veredicto: diferenciación selectiva
Después de analizar decenas de casos, mi conclusión es clara: la economía circular puede ser una ventaja competitiva significativa para las startups españolas en 2025, pero solo si se implementa estratégicamente, no como una etiqueta superficial o por presión regulatoria.
Para las startups que operan en sectores donde la sostenibilidad es un factor diferencial valorado por el cliente (alimentación, moda, movilidad), integrar principios circulares desde el inicio tiene sentido estratégico. Para otras, especialmente aquellas en fases muy tempranas o en sectores menos expuestos al consumidor final, priorizar la viabilidad del negocio y adoptar prácticas circulares de forma gradual parece el camino más sensato.
Como les digo a los fundadores que me consultan: no dejes que la sostenibilidad sea una carga que ahogue tu startup antes de despegar, pero tampoco ignores que el futuro pertenece a quienes sepan navegar esta transición inevitable. La verdadera ventaja competitiva está en encontrar ese punto de equilibrio donde la circularidad no solo cumple con regulaciones, sino que genuinamente crea valor para tus clientes y para tu cuenta de resultados.
Al final, como en tantos aspectos del ecosistema emprendedor, no es tanto qué haces sino cómo lo haces lo que determina si la economía circular será tu trampolín o tu tumba. Y mientras la UE sigue empujando sus ambiciosas agendas verdes, me temo que veremos muchas más startups sacrificadas en el altar de la sostenibilidad antes de encontrar modelos verdaderamente equilibrados. La economía podrá ser circular, pero el capital sigue fluyendo en línea recta hacia el retorno de inversión.